domingo, 8 de julio de 2012

EL DIARIO DE VIAJES DE LUCIO VICTORIO MANSILLA


El manuscrito inédito



           El hallazgo del diario de viajes -presuntamente extraviado - de Lucio Victorio Mansilla, olvidado entre los papeles familiares de uno de sus herederos, es una novedad en el mundo de las letras. En este momento, se encuentra en ciernes una edición crítica del diario, a cargo de un equipo de investigación, del que formo parte, bajo la dirección de la Dra. María Rosa Lojo. 

          El manuscrito relata la crónica del primer viaje de Lucio V. Mansilla (1831-1913), escritor, militar y diplomático, hijo del General Lucio Norberto Mansilla y de Agustina Ortiz de Rosas, hermana del “Restaurador.” Su obra más conocida es Una excursión a los indios ranqueles (1870). También son importantes sus Causeries (1889-90), consideradas un clásico del relato conversacional. 

          El diario fue escrito entre los años 1850 y 1851, durante el viaje que Mansilla realizó de Buenos Aires a la India, Egipto y Europa. Inferimos que se trata del primer cuaderno de un total de dos, ya que el viaje fue más extenso de lo que figura en él, y que el segundo realmente se ha perdido. En esta parte inicial, el joven Lucio - tenía entonces 18 años - describe día por día la partida de Buenos Aires, el 25 de agosto de 1850, el cruce del océano Atlántico a bordo de la embarcación Huma, el desembarco en Calcuta, su vida social en la exótica ciudad, las aventuras por el interior de la India: en Chandernagor—actual Chandannagar— y Madrás, la travesía por el Mar Rojo de Adén a Suez, la interminable caravana hasta el Cairo, la visita a las pirámides y el paso por algunas de las principales ciudades de Italia. Florencia es el último destino mencionado en el manuscrito, el 18 de abril de 1851, pero sabemos, gracias a los escritos posteriores de Mansilla, que el viaje por Europa no terminó allí.

          Sus Causeries de los Jueves nos hablan de que después de Italia pasó por París, Londres, Edimburgo, y regresó a la capital británica en busca de tranquilidad. El recorrido completo duró poco menos de un año y medio. Lucio abandonó abruptamente su exilio, temeroso por el futuro de su familia, debido a los rumores acerca de la probable caída de Rosas. Acababa de cumplir los veinte años cuando desembarcó en Buenos Aires, en diciembre de 1851, vestido según la última moda europea. Y aunque pareciera que la experiencia no lo hubiera modificado más allá de su flamante apariencia de hombre cosmopolita, las vivencias de este viaje iniciático lo marcarían por el resto de su vida y se convertirían en fuente inagotable de anécdotas, reflexiones, puntos de vista y comparaciones que nutrirían casi toda su obra posterior, siempre autobiográfica, intimista y coloquial.

          Es importante aclarar que este descubrimiento incluye otro manuscrito destinado a su padre: la transcripción incompleta del diario de viajes, que no difiere mucho del original evidencia las intenciones de Mansilla de mejorarlo y hacerlo público. En rigor, el original no tiene ninguna marca de un destinatario concreto; en cambio, en la transcripción, el relato del viaje se inicia en la tercera página porque Mansilla añade un largo párrafo dedicado al Coronel Lucio Norberto, su padre o “Tatita,” como lo llama desde la infancia—, que abarca las primeras dos páginas:

          Mi querido Tatita: No solo por cumplir con una recomendación de Ud. y llenar un deber, como es, pasar mis horas de ocio en algún ejercicio agradable e instructivo es que me propuse llevar un diario durante mis viajes; sino con la idea de yo mismo tener algún día una memoria de ellas más primitiva e indeleble que la que puedo conservar en mi imaginación, cuando llegue a la edad en que las facultades intelectuales parecen debilitarse a medida que la fuerza física falta al hombre y edad en la que el recuerdo de las dulces impresiones recibidas en la juventud llenan el corazón de inefable contento y satisfacción. Mi primera idea al comenzarlo fue de enviárselo a Ud y hoy al someterlo a su buen juicio, solo tengo el sentimiento de que no sea una cosa bastante digna de ocupar su atención; sin embargo espero Sr. que Ud será indulgente y franco con su humilde hijo, que al ocuparse de este pequeño trabajo no ha estado poseído sino de la mejor voluntad y deseo de agradar a un padre tan digno de emulación y respeto como Ud. 

          El temor del joven viajero de haber escrito algo poco digno del interés de su padre refleja la temprana intuición del escritor que, al pasar en limpio el manuscrito, toma conciencia de lo que repetiría, muchos años más tarde, en el comienzo del relato “Recuerdos de Egipto”

          De todos los escritos de Lucio V. Mansilla, podemos nombrar un número importante que se nutrió de manera directa de las experiencias vividas en su primer viaje. Por este motivo, el manuscrito se nos presenta como una caja de resonancia cuyos ecos han vibrado de múltiples maneras. En primer lugar, nos referiremos a la causerie "¿Porqué . . . ?” (Entre Nos 20-62), ya que trata acerca de las circunstancias que llevaron a Mansilla a realizar un viaje tan prolongado con destinos tan remotos. El texto, dirigido al Dr. Carlos Pellegrini, se dilata en extensas digresiones durante cinco jueves con el evidente propósito de generar expectativa en el lector antes de revelar los verdaderos motivos del prematuro exilio.

          En el manuscrito que estudiamos, no hay ni una sola alusión directa a los motivos del viaje; pero el tono melancólico, la reflexión tenazmente repetida de la importancia de recordar o amar a la familia por sobre todas las cosas y la angustia por la distancia impuesta a causa de silenciadas imprudencias son una constante y llegan a establecer una atmósfera, una monotonía difícil de quebrar, sobre todo a lo largo de las ciento veintidós páginas que ocupa la crónica de la travesía transatlántica hasta la India. Creemos que el tono general de esta parte del relato se debe al pesar que Mansilla sentía por saberse desterrado de su casa y de su patria. En ningún momento, se muestra entusiasmado por la aventura que está emprendiendo, ni ávido de nuevas experiencias. Por el contrario, lamenta la distancia con sus seres queridos y los malestares físicos- náuseas y dolores de cabeza - lo perturban de tal manera que a veces le impiden realizar lo único que parece disfrutar durante el viaje: leer libros y escribir en su diario.

          El primer viaje de Mansilla fue decisivo en la construcción de su imagen. Le dio al personaje político y militar, pero sobre todo al escritor, el encanto propio de los que han visto lo que otros sólo han podido imaginar. La importancia de este diario de viajes, escrito durante un largo exilio, radica en su poder documental: es el primer paso en la vida literaria de Mansilla y también el primer testimonio de una serie de viajes por el mundo que no tendrá un final voluntario, pues la muerte detendrá a nuestro viajero en París, en 1913. Como queda demostrado aquí, este manuscrito constituye, ante todo, una fuente inagotable de ecos que resonarán cada vez que un lector ponga los ojos en algunos de los textos mansillanos para perderse entre mares, desiertos, aldeas y pirámides, con el sabor de la pampa en la boca y la irresponsable magnificencia de quien viaja acompañado de un baúl con veinte mil libras esterlinas. 

FUENTE: Extracto de un artículo de María Laura Pérez Gras, titulado: Los ecos del primer canto. El diario de viajes de Lucio V. Mansilla y las relaciones intertextuales con su obra posterior. Decimonónica. Volumen 6, Número 2, Verano 2009.





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