miércoles, 8 de febrero de 2023

Manuel Rafael García Aguirre, el vigía prudente y celoso de la construcción de la primera escuadra de guerra de la Armada Argentina.


El 27 de mayo de 1872 fue sancionada por el Parlamento argentino la primera ley de adquisición de armamentos navales, mediante la cual se  autorizaba la compra de "tres buques de guerra encorazados, del sistema más adelantado y más adecuado al servicio en las aguas de la República", para lo cual el entonces Presidente Domingo Faustino Sarmiento dispuso el urgente traslado de Manuel Rafael García Aguirre - quién se desempeñaba como Ministro Plenipotenciario ante los Estados Unidos - en comisión a Londres, para la suscripción de los contratos pertinentes y la posterior supervisión de la construcción de los buques, que tiempo después pasarían a la historia como la Escuadra de Sarmiento.

Ya instalado en la capital del Reino Unido, García Aguirre tomó para sí la dirección técnica de la construcción de los buques, y pese a ser completamente lego en temas navales encaró la tarea con el mayor celo y responsabilidad.

El capitán de navio Hector R. Ratto, en un artículo publicado en el Boletín del Centro Naval Nº 536, correspondiente a los meses de mayo-junio de 1939, nos relata como se llevó a cabo esta misión de tanta importancia para el futuro de la armada argentina.

“Hacia 1873, la situación internacional del país, sin ser mala, despertaba inquietudes. Chile con el visto bueno de Brasil, se manifestaba resuelto a resolver según su tesis el problema posesorio de la Patagonia, mientras los brasileros ocupaban militarmente, apoyados por una fuerte escuadrilla, la isla Argentina del Cerrito en la unión del Paraná con el Paraguay.”


“Ante la situación planteada, que nuestra debilidad naval agravaba, Sarmiento dispuso la construcción en los astilleros ingleses de los primeros buques de nuestra armada: los monitores “El Plata” y “Los Andes”, de alrededor de 1.600 toneladas y cerca de 10 nudos de velocidad y que el Brasil poseía en aguas del Paraguay desde la Guerra de la Triple Alianza contra Francisco Solano López ; las cañoneras “Paraná” y “Uruguay” de alrededor de 600 toneladas; las cuatro bombardas de 400 toneladas "Pilcomayo", "Bermejo", "Constitución" y "República" y la flotilla de lanchas torpederas las cuales, transformadas, prestan aún pacífico servicio en el buque-hospital Río de la Plata.”

“La construcción de esta flota no estuvo a cargo de profesional alguno sino, por el contrario, se puso bajo el control del ministro argentino Manuel Rafael García Aguirre. Por una correspondencia inédita mantenida por este diplomático y el presidente Sarmiento conocemos algunos antecedentes interesantes relativas a las naves                   construidas y la actuación activa y eficaz del talentoso gobernante, quien toma para sí la dirección técnica de las naves construidas, así como participa en las tribulaciones del ministro argentino en Francia e Inglaterra, para que aquéllas no defraudaran las esperanzas de su gobierno y del país.”

“La correspondencia en cuestión nos revela el nombre de los consejeros que actuaron entre Sarmiento y García y hasta donde resultaron convenientes la intromisión de personas irresponsables y extranjeras. En las mismas cartas obran datos sobre la adquisición de materiales para el ejército que simultáneamente se encargaron”

                                                                 Monitor El Plata - 1872

“Los colaboradores fueron: Hunter Davidson, Pierre Gustave Toutant  Beauregard y Tomás Page, ex oficiales, según parece, de la guerra de Secesión americana, a juzgar por este párrafo.” Sobre contratar a Beauregard, francamente, yo no soy de la opinión de H. Davidson. Creo que podemos tener oficiales muy competentes que no sean ex confederados y que no sean exigentes. Pero hay más: no sé si esta aglomeración de “ex Rebels” gustaría a los Estados Unidos” Cita luego a Page, diciendo a continuación que a Davidson hay que tenerlo a rienda corta, añadiendo: “Soy un verdadero cancerbero. Me tiemblan los contratistas, y para los confederados a nuestro servicio soy a rare, severe and fastidious cronial man

Debió nuestro ministro recurrir a los servicios del Almirantazgo inglés en lo referente a los tipos de buque y material. A este respecto escribe: "Mis dudas y trepidaciones sobre lo que debe preferirse son muy fundadas y consultadas con gente competente. Los oficiales del Almirantazgo de Su Majestad Británica y los Departamentos de Artillería no han podido tratarme mejor. Lea las tiras adjuntas sobre los acorazados; nada de buques grandes y muy pesados de coraza. Esto me aconsejan: me recomiendan buques pequeños con grandes cañones que sirvan como baterías flotantes y de fácil traslación de un punto a otro. He estado tan atareado con el contrato por el buque torpedo y con la remisión de las cañoneras, que no he podido consagrarme a nuevos buques"

En esta misma carta, escrita en París, que lleva fecha 23 de abril de 1874, añade el doctor García:

“Acabo de llegar de Inglaterra y me vuelvo a despachar las cañoneras; verlas en la última prueba, entregarlas por inventario, asegurarlas, etc., dar mis últimas instrucciones y ahorrar cuanta plata se pueda en esto. Los diarios de ese país anuncian la llegada de los acorazados. Los monitores salen sólo en setiembre y octubre.” 

                                                                   Monitor Los Andes -1875

"Aludiendo al superior poder naval de Chile en el Atlántico y la imposibilidad de medirse con ellos, estampa esta lisonjera confidencia: "Harto hará usted en dejar pronto un sistema defensivo basado en fortificaciones y torpedos. Los que vengan harán lo demás", agregando en una postdata: "conviene mandar oficiales para estudiar los torpedos, para no estar a merced de extranjeros que hagan los imprescindibles"

En otra carta posterior, fechada en Birkenhead el 8 de mayo, García le confía a su amigo presidente:

“Aquí me tiene usted de contralmirante, sobrestante y “pagante” en medio de un infierno de martillazos y hierros candentes; trepando por andamios y penetrando como ratón por conductos estrechos para ver cómo va la marina; activase las salidas de las cañoneras para el 15 del corriente; harán la salva el 9 de julio. Dios mediante, en la rada anterior de Buenos Aires.”

Días después, en una nueva comunicación fechada en Boulogne – siempre dirigidas al presidente – y al aludir a un “diagrama de los efectos de la artillería”, le hace una confesión paternal.

“El dibujo en diagrama es de mi hijo que está entusiasmado por servir en la Armada. Yo le hago estudiar para que pueda ser oficial, o mejor, ingeniero en la Armada.”


                                                               Cañoñera Paraná - 1872
                                                                                        
"Este joven, que además de asistir a la construcción de las primeras naves secundaba a su padre como dibujante de la comisión copiando diagramas y ábacos y sacando croquis de distintas naves, sería con el tiempo , una figura destacada de nuestra moderna marina: el contralmirante Manuel José García-Mansilla que cursó estudios en la Escuela Naval francesa."

"Sus cartas posteriores hablan de la preocupación por lo mucho que se gasta y "de lo que costará tener ejército y marina reglamentada con nuestra oficialidad y tropa" ; de lo que cuestan los torpedos; de los descuentos que él obtiene de constructores y de las comisiones que no permite beneficien a los que están a las órdenes del gobierno"

"Yo soy un león con Davidson. Sé que es duro de boca, pero también sé como contenerle. No he de consentir -escribe- a él ni a nadie que me saquen un centavo más de lo preciso"

"En otra comunicación, la del 3 de agosto, dice a Sarmiento el ministro y jefe de la comisión naval: "Me voy a Londres a arreglar los contratos de los nuevos buques; a preparar la salida de los resguardos y hacer los contratos para materiales de combate. A fin de este mes se lanza al agua el primer monitor; el segundo, a fines de septiembre. Espero con curiosidad noticias de las llegadas de las cañoneras"

Cartas subsiguientes anuncian el envío para el presidente y el ministro de dos cuadros de las cañoneras, que se encuentran en nuestro Museo Naval, con otras fotografías que la casa Laird Brothers, constructora de las naves, remite a los ministros y al doctor Dalmacio Vélez Sarfield. En una de ellas comenta los disparates que los diarios sudamericanos escriben sobre la artillería de las cañoneras, y al referise a ellas, exclama: “Ojala las cuiden nuestros marinos”. Este deseo ha sido más que satisfecho, como que una de ellas, la valiente "Uruguay" está a flote como museo en Puerto Madero, en la ciudad de Buenos Aires.

                                                                ARA. Uruguay-1874

Se ocupa de otros temas, como por ejemplo del personal, expresando: " Necesitamos contratar marinos para la escuadrilla, que precisa de todo, empezando por disciplina, y que ustedes indiquen las necesidades de aumentar los sueldos. Los ingenieros deben ser considerados como oficiales. Amistosamente le indico que allá, eso no se considera así, y que de esos hombre depende la conservación de los buques en parte valiosísima: la máquina. Un nuevo reglamento de marina es de primera necesidad e importancia los mismo que la inspección de víveres y pertrechos, que cuestan muchos millones."

"Dé usted traslado y autos a mi sucesor en calidad de urgente. La reforma administrativa del ejército y de la naciente marina es de suma necesidad. En esto como en muchas cosas, estamos muy gauchos. Tener buques y buen armamento sin gente que lo entienda y atienda, es inútil......"

"La última carta en que el ministro García informa a Sarmiento, es de fecha 18 de octubre, seis días después de la entrega del mando de éste a su sucesor, el doctor Nicolás Avellaneda. En ella le dice que él ha terminado su profesión anfibia, felicitándolo por la entrega del mando, luego de haber “hecho mucho por la Patria”, y sugiriéndole la urgencia de cifrar los telegramas con clave propia, pues los telegramas oficiales, servicio inaugurado en agosto de ese año 1874, se hacían con la Mercantil Bank."

"Tales los datos que, con la discreción que el lector imagina, hemos tomado un poco al azar, de la correspondencia del ministro García, sucesor de Ramsay en la jefatura de nuestra Comisión Naval en Londres, la cual, como la de Italia, en tantas oportunidades, ha jugado un papel importante para el futuro de la marina, ya que el factor material ha sido, es y será una de las preocupaciones inherentes a marcha progresiva de la institución."

                                                        Acorazado Almirante Brown -1884

Con el andar del tiempo y ya designado ministro argentino en Londres, encargaron a Manuel Rafael García Aguirre, la construcción de nuestro primer acorazado de alguna importancia, el "Almirante Brown" Esto acaecía en el año 1884. 

miércoles, 18 de enero de 2023

Coronel Manuel José García-Mansilla. “Arquetipo de militar honorable, padre de familia ejemplar, hombre común pleno de valores éticos y morales y ciudadano respetuoso de la ley y el orden”

Manuel José García-Mansilla
1918-1986
Nació en 1918. Se educó en su patria chica amada, la provincia de Corrientes. Ingresó en el Colegio Militar de la Nación en 1936 y egresó en el año 1939. Prestó servicios en diferentes unidades del arma de caballería, pero la que perduró con más fuerza en su corazón fue el Regimiento 7 de Caballería ubicado en Chajarí, Provincia de Entre Ríos, donde fue destinado como Jefe de Escuadrón y como Jefe de Regimiento. Formó junto a Esther Josefina de Zavalía una gran familia y tuvieron catorce hijos. Pasó a retiro en el año 1960 para posteriormente brindar sus mejores dones a la educación pública y a la formación de jóvenes. Sin perjuicio de su actividad pública, en la actividad privada generó emprendimientos que fueron el carácter de pioneros, como el caso del turismo de estancias o la forestación de especies de rápido crecimiento como el “kiri”, que brindan madera muy apta para uso industrial. Falleció tempranamente a la edad de 68 años en 1986.

No me anima el deseo de escribir una cronología sobre su vida, solo quiero recordarlo como lo que en esencia era: “Un arquetipo de lo que debe ser un militar, un padre de familia ejemplar, un hombre común pleno de valores éticos y morales y un ciudadano respetuoso de la ley y el orden.”

Difícil misión, la de pretender escribir una semblanza sobre mi amado padre. La objetividad condición esencial para poder emitir un juicio sobre una persona con un mínimo de fundamento, se desdibuja y se pierde al pensar en él. Una rara sensación de ternura, invade mi espíritu.

Parece increíble, verdad? No es probablemente lo que se espera escuchar de un hijo al evocar la figura paterna perdida. Quizás debiera recordar a un hombre con autoridad y firmeza, aquel que me daba la fuerza que no tenía, el que me transmitía el coraje que me faltaba, quién me brindaba el consejo certero al perder el rumbo debido, el que estaba a mi lado en la desesperanza, el que me ayudaba a levantarme al verme caído, en suma, todo lo que implica ser el tronco fuerte y añoso de un árbol frondoso que dio mucho fruto, y que estoy seguro perdurará en el tiempo y hará imperecedera su memoria.

Sin embargo, pese a que me brindó todo eso y mucho más y que fue para todos, un hito para alcanzar, un camino a seguir, un ejemplo a emular, era esencialmente un hombre sencillo lleno de vida, que generaba en sus hijos, sincero y puro amor filial.

El día de su casamiento 25-07-1942 en la Basílica
de Nuestra Señora de la Merced de Buenos Aires.
Podemos ver más atrás en medio de ellos
a nuestro querido tío bisabuelo
Daniel García-Mansilla
que fue padrino de casamiento
Con los años, aprendí que personas como él no mueren. Viven eternamente en el corazón de quienes vivieron a su lado. Está presente cada día en nuestra mente y de nosotros depende que no muera. Su mujer, sus hijos, nietos y bisnietos lo recuerdan a diario y valoran el significado que tuvo en nuestras vidas.

Por eso estoy seguro que jamás lo alcanzará la verdadera de las muertes, que no es otra que el olvido.

Era en esencia, una persona simple, sin vueltas. Un hombre de creencias firmes y de una gran rectitud en su conducta de vida. Su honradez era la de un perfecto caballero. Poseía un gran carisma personal y en el trato con las personas agradaba a sus interlocutores. Cristiano convencido, hombre muy culto, gran lector, amante de la historia y las ciencias ocultas y por sobre todas las cosas un apasionado por su carrera militar a la que siempre le brindo sus mejores dones.

Como cristiano, sostenía como doctrina, la de un humanismo amplio y comprensivo, que era para él, la señal auténtica del verdadero cristianismo. Ya sabemos que en nuestra religión católica, hay diversas corrientes teológicas. Unas, más pesimistas, que destacan el pecado, la concupiscencia, la corrupción del mundo; otras más optimistas, que atienden a la gracia y a ese yo íntimo del hombre en el que se descubre fácilmente, como dice Tertuliano, un “alma naturalmente cristiana”. A mi juicio nuestro padre, siempre militó a favor de una Teología optimista del universo. Para él el Dios creador y Salvador se interesa ardientemente en la suerte total del hombre. Tiene cuidado no solamente en su porvenir eterno, sino también en su destino temporal.

Los caballos fueron su gran pasión.
Era un gran jinete y muy buen jugador de polo.
Dedicó buena parte de su vida a
fomentar la cría del ganado equino.
Cual caballero cruzado, se empeño con coraje y perseverancia en la lucha por dos instituciones que consideraba primordiales en la vida del hombre: “La Familia” y el “Matrimonio” Afirmaba, que en muchos hogares, la familia se hallaba en plena decadencia y que era imperioso restaurar sus valores cuanto antes. Estaba persuadido que la obligación de cada familia era tomar conciencia por si misma de la fuerza que representa en el devenir de una nación. Que era necesario persuadir a las autoridades nacionales, sobre la necesidad de reconstruir la Nación basándose en la familia, instaurando una política familiar.

Esto significa en los hechos, el reconocimiento constitucional de la familia como realidad social e institución jurídica; lo que naturalmente trae como consecuencia su representación en los ámbitos del Estado.

En cuanto al matrimonio, suscribía en su totalidad el pensamiento de León XIII, quién afirmaba: “La fuente y el origen de la familia y de toda la sociedad humana, se encuentran en el matrimonio. Si se considera su fin, Dios ha querido poner en él las fuentes más fecundas del bien y de la salud pública”. Para nuestro padre, el matrimonio era un sacramento, un canal de la gracia, un providencial camino de perfección. En todas sus charlas a matrimonios jóvenes, invitaba siempre a los esposos a tomar ese camino. Les pedía trataran de buscar su santificación y el contento de Dios, no fuera del matrimonio, sino dentro de él.

La educación de los hijos lo desvelaba. Con el tiempo y la experiencia que adquirió como padre, fue cambiando su forma de educar. En un principio se basó, en la educación recibida de sus abuelos, mas inspirada en una disciplina estrecha o un respeto excesivo a los padres. Posteriormente comprendió, que ello era un impedimento para que nazca la necesaria confianza entre padres e hijos, condición indispensable para una buena educación.

Entendía que era imprescindible que los padres se esfuercen en merecer la confianza de sus hijos, los jóvenes expresaba, solo confían en aquellos por quienes sientan un calor comunicativo, un alma que pueda vibrar al unísono con la suya.

No hay que temer en prodigar a los hijos, desde niños, señales exteriores de ternura; ni abandonarlos al cuidado de personas extrañas; hay que escuchar sus expansiones espontáneas por mas intrascendentes que parezcan, aún cuando, por estar ocupados en un trabajo importante, nos viésemos tentados a hacerlos callar; hay que provocar y animar las confidencias; tomar siempre en serio a nuestros hijos y no reírnos nunca de sus preocupaciones. “Jamás un hijo ha de tener la impresión que es un obstáculo en nuestra vida“

El deporte, debe tener un lugar de importancia en la educación, me confiaba. Una buena orientación en tal sentido, evita la inacción o el ocio, improductivo, especialmente en las familias de menores recursos. Inspirado en esta premisa, fue el mentor de una magnífico emprendimiento educativo denominado: “Organización Deportiva Juvenil” que pudo concretar, durante la gestión del Capitán de Navío Recaredo Vázquez como Jefe de la Policía Federal Argentina, durante la presidencia del Dr. Arturo Frondizi.



El polo fue una de sus pasiones. Llegó a jugar en las finales en Palermo
y alcanzó seis goles de handicap.


Desde muy temprana edad demostró su vocación: Ser oficial del Ejército Argentino y dentro de sus cuadros formar parte de la gloriosa caballería argentina como muchos de sus ancestros. Porque eligió la carrera de las armas y dentro de ella el arma de caballería? No fue el azar o los genes lo que lo decidieron, por el contrario fue una decisión que fue madurando desde niño a la luz del significado que para él tenía la condición de soldado.

A lo largo de toda su carrera dio muestras de poseer todas las virtudes que deben adornar a un militar honorable. La lealtad, el honor, el cumplimiento del deber, el respeto y subordinación a sus superiores en el marco de la Constitución Nacional y las leyes y el culto por las más puras tradiciones castrenses. Todas premisas que fueron una constante en su conducta diaria. Quizás, exagerado en aquello de dar permanentemente el ejemplo, jamás se permitía una flaqueza.


Ejercía el mando con una naturalidad sorprendente. Muchos creen que mandar es dar órdenes o que quiénes reciben las mismas obedezcan sin pensar. Nada más lejos de la realidad. Mandar no es ejercitar a una tropa para que la misma se subordine a un superior jerárquico sin razonar. Mandar es dar ejemplo constantemente y llegar a conocer el alma de cada soldado, solo a partir de esa premisa se logra la adhesión consiente de quién recibe una orden, porque el subordinado sabe que la misma fue dada por un superior con autoridad moral para ordenar.

Mi padre, muchas veces me manifestó que el ejercicio del mando implica primordialmente imaginar los acontecimientos por venir, idear soluciones para encaminar las metas del mejor modo, prever alternativas que nos ofrezcan la mejor solución del problema, materializar una táctica adecuada para obtener el fin que uno se propone y por último, como consecuencia de todo aquello, conducir la acción y supervisar y vigilar el cumplimiento de la misma. Toda una definición para cualquiera que pretenda conducir con éxito una empresa de cualquier tipo.

Mandar concluía, es educar, organizar, instruir y gobernar a tus subordinados para que a partir de ese conocimiento y de la autoridad moral que emane de tus actos y de tu persona, permitan una ejecución rápida pero inteligente de tus órdenes.

Su tropa, lo quería sinceramente, porque era un hombre justo, jamás permitió que ningún oficial a su mando se excediera con sus subordinados.

Conseguía que sus hombres – como le gustaba denominarlos – trabajaran en una atmósfera de confianza y mutuo respeto. Sabía inculcarles con verdadera inteligencia, sus deberes y sus derechos. No lo respetaban porque ostentaba un grado superior, le obedecían porque sabían que tenían frente a ellos a un jefe que daba ejemplo, que conocía su oficio y que poseía un carácter que expresaba su verdadera personalidad.

Era noble y bondadoso, virtudes que no confundía con la debilidad, o la indulgencia. Enérgico cuando era necesario, poseía una voluntad persistente cuando se trataba de defender sus ideales. Entereza ante la adversidad, constancia, fortaleza. Era austero.

Todas estas cualidades le llevaron a desarrollar un sentimiento de responsabilidad que lo obligaba a dar permanentemente el ejemplo.

Entendía que los soldados que hacían el servicio militar debían formarse como ciudadanos, para que el día de mañana tanto en la guerra como en la paz le prestaran un servicio a su patria. Luchaba con denuedo con quienes creían que los soldados eran meros asistentes de oficiales o suboficiales. Nunca les ordenó tareas que pudieran herirlos en su dignidad.

Al hablar de su carácter, puedo afirmar, que tenía un gran temperamento. A veces, me atrevo a decir, que era un poco petulante, quizás arrogante, pero sabía defender sus ideas con sapiencia, fuerza y elocuencia. No era avasallador, ni pretendía imponer sus ideas compulsivamente, por el contrario era un hombre seguro de sí mismo, que no denotaba flaqueza, que expresaba sus puntos de vista, dominando el arte de la dialéctica. Sobre determinados temas, esencialmente aquellos referidos a los valores morales o virtudes que deben adornar a todo hombre de bien, era inflexible.

Una de sus lecturas preferidas era Gilbert K. Chesterton y lo recordaba en sus conversaciones diciendo: “De poco valen las ciencias y las artes si no sirven para hacer más virtuosos a los hombres”.

Su vida siempre estuvo adornada por esas virtudes que anhelaba, pero era una persona como cualquiera de nosotros. Hoy al evocarlo yo prefiero recordarlo como un ser humano que tenía defectos y que en su afán por ser mejor cada día, aquellas predominaban sobre los vicios. Así era mi padre.















lunes, 28 de noviembre de 2022

EL MONUMENTO A LOS 4 “GARCÍA”. CUATRO GENERACIONES DE CIUDADANOS ILUSTRES. HISTORIA DE LA FAMILIA GARCÍA-MANSILLA.

                Pocos miembros de la familia García-Mansilla, conocen la verdadera historia que dio lugar a la construcción de la bóveda de la familia en el entonces Cementerio del Norte, hoy llamado Cementerio de la Recoleta, en la que se levanta la estatua del Almirante Manuel José García-Mansilla.

    Un grupo de amigos y camaradas del querido Almirante García-Mansilla, pocos días después de su muerte prematura, se reunieron en la casa del Doctor Norberto Quirno Costa con el fin de iniciar los trámites tendientes a honrar la memoria de tan distinguido miembro de nuestra armada nacional. Luego de un breve cambio de ideas se resolvió lo siguiente: 1º. – Iniciar una suscripción a fin de adquirir una casa para la viuda del Almirante García-Mansilla, Doña Angélica García Cortina y sus hijos menores. 2º.- Solicitar al Poder Ejecutivo Nacional imponga el nombre del recordado Almirante a uno de los destructores que se encuentra en construcción. 3º Colocar un busto del Almirante, en la Biblioteca de la Escuela Naval Militar. 4º Solicitar a la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires un terreno en el cementerio del Norte para levantar un monumento a los cuatro “García”, ilustres varones, que desde la Reconquista en 1806 hasta 1910, han prestado servicios distinguidos al país.

          Finalizando el acto manifiestan que el homenaje que se tributa a la memoria de tan ilustres ciudadanos y en particular a la memoria de un soldado tan distinguido y tan abnegado tiene un alto y noble significado para la posteridad. Después de acordados y resueltos estos puntos se designó la comisión encargada de llevar a cabo las gestiones correspondientes quedando constituida de la siguiente forma: Presidente: Dr.Norberto Quirno Costa. Vicepresidente 1º: Almirante Enrique Howard. Vicepresidentes 2º: Doctores Sabá Z. Hernández y Pedro Luro. Secretario: Dr. Alberto V. López. Tesorero: señor Samuel Pearson. Vocales: General Benjamín Victorica ; Senadores doctor Benito Villanueva y Manuel Lainez. Ingenieros Guillermo Villanueva y Luis Luiggi, doctor Manuel Gorostiaga, contralmirante Atilio Barilari y Eduardo O’cconor, capitánes de navio Juan A Martín y Guillermo Nuñez, señores Juan José Madero, doctor Antonio Piñero, Miguel Piñero Sorondo, doctor Marcelino Herrera Vegas, dcotor Mariano Paunero,Walter Woodgate, Rafael A. Cobo, Jorge Victorica, Matías Eurasquin, Manuel Durán, Carlos Fauvety, Carlos Dose, Jorge Catelin, Manuel J. Aguirre, Carlos M. de Alvear, Juan C. Barros, Ingeniero Horacio Bustos Morón, Bernabé Artayeta Castex, Juan Gómez Aguirre, Antonio Camuyrano, Claudio Magnussen, Matías Sturizza, Ricardo Fernández, Carlos Cernadas, Alvaro Barros, Capitán de Fragata Vicente Oliden, Tomás Zurueta, Alfredo Malbrán, Ernesto Anabia y Carlos Tornquist. La sola lectura de los nombres que convalidaron con su firma el homenaje a nuestra familia y a nuestro bisabuelo, es un motivo de sano orgullo para toda la familia García-Mansilla y un compromiso eterno de fidelidad al mandato de nuestros mayores.

          El pedido de tierras a la Municipalidad de Buenos Aires, se concretó en el expediente Nº 46.956-C-1910, resolviendo el Honorable Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, con fecha 28 de septiembre de 1910, conceder gratuitamente y a perpetuidad a los descendientes del Contralmirante Manuel José García-Mansilla un terreno en la Sección San Antonio, autorizando a la Comisión del Monumento, representada por Samuel Pearson y Alberto V. López a erigir un monumento a los “Cuatro García” Pedro Andrés García de Sobrecasa; Manuel José García Ferreyra, Manuel Rafael García Aguirre y Manuel José García-Mansilla. Concretada la obra, el 7 de diciembre de 1912, se expide el título y hace formal entrega del panteón a la familia. Esta es la historia de nuestra bóveda familiar.

          ¿QUIENES FUERON LOS CUATRO GARCÍA?


 CORONEL DON PEDRO ANDRÉS GARCÍA DE SOBRECASA




          Cántabro de nacimiento y, como muchos de sus paisanos, hombre de la ilustración, heroico defensor de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, miembro destacado del cabildo abierto del 25 de mayo de 1810, lúcido conductor de la expedición a las Salinas Grandes, sagaz mentor de la ciencia de frontera, promotor de la agricultura bonaerense, primer prócer de la provincia de Chubut , pionero en la fundación de ciudades en la Provincia de Buenos Aires,  comerciante,  emprendedor y reformista, funcionario, viajero agudo y prolijo observador, dotado de una sorprendente visión de futuro y ágil y riguroso escritor, Pedro Andrés García eligió quedarse en un país de futuro incierto, donde todo estaba por hacer y al que de ese modo apostó colocando algunos de los cimientos de este suelo que amó y al que quiso retribuir su hospitalidad. [1]     



[1] García-Mansilla, Manuel Rafael. “Pedro Andrés García y el duro oficio de cimentar la Patria” Revista Todo es Historia, Número 486. Buenos Aires. Enero de 2008.

               Al morir, el diario “El Lucero”[1] publicó un artículo necrológico referido a quién fue uno de los miembros más distinguidos del Cabildo Abierto del 25 de mayo de 1810:

            “La muerte acaba de arrebatarnos el día 21 del corriente, y a los 75 años de su edad, al coronel Don Pedro Andrés García, natural de Santillana, en las montañas de Santander, uno de los muy pocos patriotas venerables, que nos restaban ya de aquellos que en clase de jefes militares tuvieron una parte distinguida en el espléndido triunfo del 5 de julio de 1807, y de los que contribuyeron a fundar la independencia de la República el 25 de mayo de 1810. Dotado de un alma ardiente, y de un talento superior, cultivado con esmero en el colegio de los Escolapios, de su provincia , y luego por una constante aplicación a la lectura, se manifestó siempre más elevado que los destinos comunes en la sociedad en tiempos ordinarios, y capaz delos más altos en las grandes crisis políticas. Amante apasionado de la gloria de la nación, y de esta ciudad que amaba con extrema predilección, se lanzó a defenderlas con una consagración heroica al frente del batallón de montañeses en el famoso día 5 de julio de 1807. Unido constantemente desde entonces con los cuerpos militares de patricios, hizo una oposición valiente a las pasiones que turbaron este país, y mantuvo firme la autoridad legal y los derechos de los hijos de su patria adoptiva, hasta el 25 de mayo de 1810”.

            “La posición del coronel Don Pedro Andrés García era tremenda, y para mantenerse con honor en aquellas circunstancias no bastaba el coraje, ni una decisión ciega y maquinal, era preciso un alma grande, y un espíritu capaz de ver entre las tinieblas del caos de una sociedad que se disuelve, con la misma claridad con que verá y juzgará la posteridad. El conoció así la necesidad, la justicia, y la conveniencia universal de la independencia americana. El juzgó, como empieza a juzgar a la misma España, esta cuestión de la emancipación de las colonias tan importante a ella misma, y se pronunció decididamente por ella. No le arredraron los peligros como los de la muerte, ni afecciones tan caras como la vida; ni le halagó tampoco la perspectiva de un porvenir lisonjero para su persona, pues conocía demasiado bien el curso inevitable de las revoluciones de esta magnitud. Si nos detenemos un poco sobre aquellos días por siempre gloriosos, no podemos negar sin ingratitud el tributo de nuestro amor y respeto a los hombres que fundaron la independencia que gozamos”.

            “Establecida la primera junta gobernativa fue destinado el Coronel Don Pedro Andrés García a una expedición a Salinas en las pampas. Su celo ardiente por la prosperidad de la provincia, y su genio supieron hacer grande e importantísima una comisión que parecía pequeña. El hizo conocer al gobierno la necesidad de un plan de fronteras digno de la nueva posición del país, e indispensable a su prosperidad futura. Su previsión lo hacía pasar mucho más allá de los límites en que se quedan siempre pegadas las almas pequeñas. Desde los primeros días de la revolución el midió la importancia de una obra desdeñosa entonces, y que es reputada hoy como las más vital de la provincia.  Los viajes hechos por el Coronel García al desierto y en medio de las tribus feroces, prevenidas unas contra el Gobierno, y animadas otras por incursiones felices; viajes hechos unos con escasez, y aún mezquinos recursos, y otros casi solo graduados de temerarios por los patriotas que conocían bien los peligros, prueban su celo infatigable por el bien de la provincia. Las memorias y escritos que ha dejado le aseguran un título intachable a una parte de la gloria que resulte del establecimiento del nuevo plan de fronteras. Rendido por los años, postrado por los achaques y privado al fin de la vista, su consuelo más dulce era el hablar y entretenerse sobre la prosperidad de nuestros campos, y el engrandecimiento de su ciudad querida. Estos sentimientos no lo abandonaron hasta que dejó de existir. Él no ha legado a su familia sino una memoria honorable y nobles ejemplos que imitar”.  




[1] Diario “El Lucero” Buenos Aires, 29 de abril de 1833. Publicado en la obra de Emiliano Tagle titulada: “Los escritos del Coronel Pedro Andrés García” Estudios Históricos de Buenos Aires. Año 2021.


MANUEL JOSÉ GARCÍA FERREYRA . SU HIJO



              Bartolomé Mitre, en su Historia de Belgrano -Tomo II- lo recordaba diciendo: “Era, sin duda, uno de los hombres más notables de la época. Patriota decidido, hombre de elevación moral, cabeza de inteligencia poderosa, nutrida con estudios serios, escritor literario con nervio y originalidad, con penetración profunda para juzgar a los hombres y las cosas, con una alta moderación que nunca se desmentía, era un verdadero hombre de estado, que reunía las cualidades de una bella y distinguida figura, realzada por modales dignos y una conversación chispeante de ingenio y de amenidad. Con todas estas dotes naturales y adquiridas, García no era un hombre de iniciativa ni de lucha. Carácter flexible que se doblaba al impulso de las circunstancias, conciencia flotante que buscaba su equilibrio en el término medio de los hechos consumados o que tenían la sanción de la fuerza, era más bien un hombre parlamentario que un combatiente revolucionario...”.

            Mario Molina Pico en su obra titulada “Manuel José García” expresa: “La posteridad cuyo fallo se invoca siempre para reparar las injusticias de los contemporáneos, es a veces injusta. Tal es el caso de Manuel José García. Entre la brillante muchedumbre de militares y caudillos, de dictadores y demagogos, de literatos y oradores cuyos nombres realza la historia oficial, su sobria figura de estadista se pierde borrosa y olvidada. Quizás aún se lo recuerde como el diplomático que firmó el nefasto tratado preliminar de paz con el Brasil…Pero ¡cuántos desconocen su talento de financista, su sagacidad de político, su probidad de administrador, o el valor moral del que hizo alarde para enrostrar a Rosas, en los albores de la dictadura y siendo su ministro, la peligrosa orientación dada a su gobierno, para no ser “confundido en los esclavos viles y aduladores miserables del poder o de las pasiones de partido”[1]         

            Como dijo Gastón Lestard [2] “García queda para la posteridad como una de las altas y preclaras figuras de nuestra historia financiera. Mente creadora, espíritu investigador y criterio bien orientado en el amor a su patria, su ministerio histórico bien es harto merecedor, por la grandeza de sus luces y la energía de su acción, de ser señalado como una gloria civil a las generaciones del presente y como un verdadero artífice de las finanzas argentinas.” 

            El historiador Vicente Fidel López, lo evoca con palabras elogiosas[3]: “Era el hombre de estado más ágil y sagaz que tenía el país: hombre que podía pasar por un modelo de cultura clásica en cualquier parte del mundo; formal y amenísimo al mismo tiempo, serio y profundo en el consejo, amabilísimo sin interrupciones ni caprichos en el trato social; de bonita figura y simpático semblante; honorable, discreto y purísimo en sus costumbres; correcto en sus principios morales; de una prudencia franca, sin reticencias ni fingidas reservas, que en vez de reconcentrarse, como hacen los necios para parecer profundos,- mostraba su cordura en la lucidez del juicio y en apropiación de la frase, calculada para no traspasar el límite conveniente, ni dejar incompleto el concepto. Además de que su educación literaria había sido completa, él la había extendido y cultivado con vastas lecturas y con un gusto exquisito. Por todo esto Manuel José García era un diplomático consumado que sabía hacerse querer y buscar”. 

            Adolfo Saldías, precursor de la escuela revisionista de nuestra historia argentina, en su vasta y valiosa obra “Historia de la Confederación Argentina - Rozas y su Época”, enriquecida por importantes documentos probatorios del momento, obtenidos del archivo personal de Juan Manuel de Rosas, nos dejó su opinión para la posteridad:

  “Digno cooperador tuvo Rivadavia en el ministro de Hacienda doctor García, quien a sus nutridos talentos y a su preparación poco común unía un espíritu organizador y metódico. Como estadista, García era uno de los más perfectos que ha producido la República Argentina, y como pensador es uno de los que con perfiles más acentuados ha dejado obra transcendental en disposiciones civiles, políticas y constitucionales incorporadas en las prácticas y en las leyes fundamentales del país.”

 “Por iniciativa de este hombre superior se creó la Contaduría, la Tesorería y la Receptoría que dependían entonces del Tribunal de Cuentas; se fundó la institución del crédito público y la caja de amortización, afectando a esta última las rentas de la Provincia; se creó recursos legítimos y moderados para aumentar la hacienda pública; se abolió los pechos y contribuciones forzosas; se sancionó la ley de contribución sobre la renta; se organizó la administración de las aduanas; se favoreció el comercio de importación por los medios que aconsejaba una prudente y sabia economía en un país nuevo, despoblado y sin industrias.”

          Es imperioso estudiar con celo nuestra historia y reparar los errores cometidos en la apreciación de su pasado. Si lo hacemos, como dijo Esteban Echeverría: ¿Dónde irían a parar, entonces, todas esas reputaciones tradicionales; todos esos grandes hombres raquíticos; todos esos pigmeos que la ignorancia y la vanidad han hecho colosos?

       Este es el caso de la figura del doctor Manuel José García, a quien algunos historiadores lo recuerdan, sin la profundidad debida, solo por dos misiones diplomáticas que lo tuvieron como protagonista. Una ordenada por el Director Supremo Carlos María de Alvear y la otra por el Presidente Bernardino Rivadavia. Lo cierto, es que fue una de las personalidades más influyentes de la “Generación de Chuquisaca”. Nunca se identificó con ninguno de los partidos dominantes, ante todo le preocupaba la organización institucional y el futuro de la bendita tierra que lo vio nacer. Olvidan su dilatada carrera al servicio de nuestra Nación, que lo tuvo como actor principal por más de treinta años, en forma consecutiva, lapso que, por su vastedad y su saber, llevaron a Carlos Federico Ibarguren414 a calificarlo como: “El Talleyrand de América”, aunque debo decir que a diferencia de aquel insigne diplomático francés, el “Talleyrand” argentino era un hombre de sólidos principios éticos y morales, heredero de la condición de hidalgo que le legaron sus antepasados[4] 

            Lestard, Gastón H. [5] “Fue el ministro de la simplificación, la claridad y la publicación de la gestión financiera. El del saneamiento monetario y la conversión de los billetes circulantes, verdadera obsesión del gobernante. La personalidad y la obra del doctor Manuel José García, como hacendista, como hombre de acción y de gobierno, como organizador y director, verdadero precursor en el campo de las finanzas y la economía pública argentina, no ha sido estudiada con la extensión ni la profundidad debida. Si se considera la trascendencia extraordinaria de sus iniciativas y la repercusión que sus acciones tuvieron en la orga- nización administrativa y financiera del país”. 

        El ex ministro de hacienda, doctor José A. Terry dijo del doctor Manuel José García, que fue: “el obrero infatigable y el ilustrado fundador de nuestro organismo financiero y que así como la guerra tenía sus héroes, San Martín y Belgrano, las finanzas tenían también el suyo, en la persona del Ministro García.” En algunas oportunidades, en el ejercicio de su cargo, tuvo que desempeñarse, en forma interina por delegación de su titular, como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, cargo que desempeñó conjuntamente con el Ministro Bernardino Rivadavia. 

            Alejandro Shaw[6] “No podÍa dejar de evocarse la ilustre figura de un gran servidor del Estado, poco o mal conocido.  Algunos solo lo recuerdan por su proyecto de tratado de paz con el Emperador del Brasil y por haber exilado a Rivadavia en 1834. Lo uno y lo otro tienen su explicación y en nada empañan su obra de organizador de nuestras finanzas, ni le restan mérito a sus multiples iniciativas progresistas”.

          José María Mariluz Urquijo[7] “Manuel José García es uno de los hombres más sutiles de su generación, de los más lúcidos para percibir la realidad bajo el ropaje de los mitos, de los más animosos para enfrentar los problemas sin soslayarlos ni enmascararlos, de los más audaces para buscar remedios drásticos. Con su suavidad de hombre de salón, habituado a los placeres tranquilos de la lectura y la conversación, no tiene empacho en recomendar soluciones violentas que otros, aparentemente más enérgicos, hubieran desechado por razones de conciencia. Sus convicciones políticas tienen la laxitud su- ficiente como para permitirle gran flexibilidad de movimientos. La perse- verancia y oportunidad con que García expone sus ideas dan testimonio de su deseo de que fueran aceptadas como solución para el problema político del Río de la Plata.  

             Juan Carlos Nicolau autor de la biografía sobre Manuel José García,[8] nos dice: “La labor de García al frente de la hacienda pública fue fundamental para la consolidación de la política de Buenos Aires, entre los años 30 y 32. Merced a sus acertadas soluciones económicas, facilitó a Rosas la posibilidad de organizar los ejércitos que le darían hegemonía sobre la provincia bonaerense, financiando, además, a las fuerzas militares de López y Quiroga, en su lucha contra el manco Paz. Ahí están los números que hablan de esa ayuda y las cartas de los protagonistas reclamando los fondos prometidos. Esa política de ayuda al interior va a permitir a los porteños mantener el control de su aduana, negándose a compartir su usufructo, como lo pretendió el correntino Ferré, al discutir el luego denominado pacto del Litoral.”   


[1] Carta de Manuel José García, citada por Manuel Bilbao. Historia de Rozas, página 284.

[2] Lestard, Gastón. “Manuel José García. Precursor de los economistas argentinos y Primer Ministro de Hacienda de la Independencia”, Diario “La Nación” de Buenos Aires, domingo 4 de diciembre de 1937.

[3] López, Vicente Fidel. “Historia de la República Argentina”. 4ª. edición Tomo IX, página 79. Editorial Sopena.

[4] Manuel Rafael García-Mansilla.  Los García-Mansilla y Zavalía. Editorial Virtudes. Salta, Argentina. Año 2020.

[5] “Historia de la evolución económica Argentina”, Librería y Editorial “La Facultad”, Buenos Aires, año 1937.

[6] Alejandro Shaw. Manuel José García. Un financista en los días turbulentos desde 1813 hasta Rosas.

[7] José María Mariluz Urquijo. Académico decano - Academia Nacional de la Historia de la República Argentina. Su libro: Manuel José García. Un eco de Benjamin Constant en el Plata.

[8] Juan Carlos Nicolau. “Manuel José García” 1784-1848 Política y diplomacia en el Río de la Plata. El conflicto con el imperio del Brasil. Colección Histórica.  Librería-Editorial HISTÓRICA. Emilio J. Perrot. Buenos Aires. Año 2008.







          El historiador Adolfo Saldías[1], lo definió de esta forma: “Patriota austero y abnegado, de estirpe que se va perdiendo, de aquellos que profesan la idea de que el ciudadano es un instrumento de bienestar y de la libertad al cual la madre común constantemente reclama, ha servido a la República durante más de un cuarto de siglo, en los altos puestos de la diplomacia adonde lo llevaron sus aptitudes, sus talentos y su ilustradísima competencia. Ha sido Secretario de la legación y Ministro Plenipotenciario en los Estados Unidos, amigo de Horace Mann y de Ulyses Samuel Grant[2]; Ministro de Inglaterra, amigo de Benjamín Disraeli[3] y de William Ewart Gladstone[4] Fue árbitro entre naciones, y era sin disputa el personaje más conspicuo del Cuerpo Diplomático Argentino”.

            “Era un principista severo. Político de vistas esencialmente orgánicas y trascendentales y , por esto mismo, poco familiarizado con las evoluciones de nuestras facciones militantes, ni participó jamás de las grandes ventajas inmediatas que se ofrecen y ofrecen los que sacrifican hasta la libertad de los hijos en holocausto a las pasiones estrechas que los convierten en vencedores de un día; ni olvidó un momento a su patria, consagrándole sus mejores ideas y conatos en libros y trabajos que mañana agradecerán, no los que quedan con las grandes responsabilidades de sus yerros, sino los que entren en la vida con verdadera ansia de honradez y austeridad republicana”.

             “Era ante todo un pensador, que estudiaba con infatigable anhelo el cuerpo social en el que él mismo se había desenvuelto, y los medios de mejorarlo con las experiencia acreditadas que había recogida en una vida de observación y de labor fecundas”.

            Yo en mi libro expresé:[5] "Uno de los precursores de la diplomacia argentina. Poseía la perfección de un aristócrata, elegante, de buen tono, asombraba por su sencillez y la armonía de sus formas. Sirvió a su país con honra durante medio siglo, representándolo ante las más grandes potencias de la época. Conocedor de su destino, despreció la gloria efímera y sin menoscabo prefirió concretar algunos de los sueños de los presidentes Santiago Derqui, Bartolomé MitreDomingo Faustino Sarmiento y Nicolás Avellaneda. Fue el precursor de la implementación de la justicia federal argentina; el mentor de la edición del Código Civil de 1870; el gestor del proyecto educativo argentino inspirado en los EE.UU y el vigía prudente y celoso de la construcción de nuestra primera flota de mar, entre muchos otros emprendimientos.




[1] CIVILIA, publicado en Buenos Aires por Félix Lajouane, Editor en el año 1888.

[2] Ulysses Samuel Grant, nació en Point PleasantOhio y murió el 27 de abril de 1822 WiltonNueva York, 23 de julio de 1885). Militar y político estadounidense que se desempeñó como el 18º presidente de los Estados Unidos -1869-1877- Con anterioridad a ser electo presidente, lideró el Ejército de la Unión entre los años 1864 y 1865 como comandante general del , hasta el final de la guerra de Secesión, durante la presidencia de Abraham Lincoln.. Al asumir la presidencia, trabajó con los republicanos radicales durante la Reconstrucción de la Unión mientras lidiaba con la corrupción en su administración.

[3] Benjamin Disraeli, nació en Londres21 de diciembre de 1804 y murió en Curzon Street, Londres19 de abril de 1881. Conocido también como conde de Beaconsfield o lord Beaconsfield. Fue un políticoescritor y aristócrata británico, que ejerció dos veces como primer ministro del Reino Unido y tres veces ministro de Hacienda del Reino Unido.

Fue uno de los más destacados políticos del Reino Unido, que formaba parte de la corriente conservadora de los Tories, de la cual fue uno de los más notorios líderes.

[4] William Ewart Gladstone, nació en Liverpool29 de diciembre de 1809 y murió en Hawarden19 de mayo de 1898. Fue un político liberal británico. Fue miembro de la Cámara de los Comunes del Reino Unido y con posterioridad ocupó varios cargos en el gobierno de Su Majestad. Fue el secretario general del Partido Liberal en los periodos de 1866-1875 y 1880-1894, y llegó a ser primer ministro del Reino Unido en cuatro ocasiones: de 1868 a 1874, de 1880 a 1885, en 1886, y de 1892 a 1894. Fue uno de los estadistas más célebres de la época victoriana, rival de Disraeli, y aún se lo considera uno de los más importantes primeros ministros que ha tenido el Reino Unido; Winston Churchill lo citaba como inspirador suyo.

[5] Patricio Colombo Murúa y Manuel Rafael García-Mansilla y Zavalía. “Manuel Rafael García Aguirre. Un diplomático argentino que iluminó el siglo XIX” Editorial Virtudes. Salta. Año 2022.


MANUEL JOSÉ GARCÍA-MANSILLA. SU BISNIETO




"Era un ejemplo de soldado y de cultura. La abnegación hasta el sacrificio de sus ideales, la nobleza de sentimientos, el valor de las amargas responsabilidades hacían de él el tipo perfecto de soldado; la inteligencia superior educada en el continuo estudio, la preparación nunca discutida, fruto de su talento privilegiado, formaban al hombre de ciencia. Su desaparición ha tronchado legítimas esperanzas, ha levantado una palabra de protesta dejando en los espíritus hondas tristezas" Boletín del Centro Naval. Tomo XXVIII. Agosto de 1910. Número 321.




 

          

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